domingo, 19 de julio de 2009

Manejo de síntomas / Contratransferencia

En la práctica clínica se convive con muchos síntomas manifiestos en la persona. Es importante, en primer lugar, tener presente que muchas veces trabajamos con estos síntomas. Esto es significativo a la hora de manejar la relación con el paciente ya que en muchas ocasiones las conductas de las personas con quienes trabajamos nos generan una respuesta emocional –consciente o inconsciente- que puede influir en la relación terapéutica (contratransferencia). Por ejemplo, si un paciente nos irrita porque no deja de repetir un discurso. En ese caso, puede suceder que sea la manifestación de un síntoma o que sea un pesado. Hemos de cuidar entonces nuestra respuesta, porque pedir a una persona que padece TOC que deje de repetir cierto movimiento, así, sencillamente, o regañar a una persona quien cree constantemente que le van a pegar los demás, a pesar de que le hemos dicho cien veces que no, no va a aportar nada a ninguno de los dos (ni paciente ni terapeuta). Es cierto que somos humanos y en muchas ocasiones la respuesta emocional se impone a la respuesta clínica, pero es por eso por lo que cada día hemos de armarnos de paciencia infinita. Y cuando digo infinita digo infinita, al menos, con los síntomas. No se pueden tolerar ciertas conductas ni incumplimientos terapéuticos, ni situaciones relacionadas con problemas de convivencia o de respeto, pero sí se pueden comprender muchas conductas generadas por la enfermedad, en cuyo caso hay que intentar remitir, extinguir o reconducir para reorientar a la realidad del momento. Y en todo, caso, comprender. Como decía Juan Antonio Vallejo Nágera, “Jamás hay que juzgar a un enfermo, sino aceptarlo como es (…) Ayudar sin ningún tipo de rechazo, sin tolerar que brote en nuestro ánimo el menor atisbo de repugnancia, hostilidad o desprecio. Sólo así se puede comprender”. Y es que muchas veces sucede esto, que se despiertan en nosotros ciertas emociones que hemos de manejar como terapeutas. Es especialmente útil en el manejo de esta contratransferencia conocer los síntomas, para abordarlos con mayor eficacia, y para tener presente que frente a nosotros siempre hay, ante todo, una persona.

El Terapeuta Ocupacional (TO) tiene una importante labor en este asunto, a la hora de reconocer qué síntomas interfieren en el desempeño ocupacional de la persona, que es una de nuestras principales misiones. Muchas veces es evidente, pero otras no, por eso es necesario agudizar el ojo clínico para optimizar nuestra intervención.

La interferencia de estos síntomas o de las consecuencias de los mismos se pueden ver reflejadas principalmente en las áreas de ocupación (como referencia, la AOTA): Actividades Básicas de la Vida Diaria (ABVD), Actividades Instrumentales de la Vida Diaria (AIVD), Educación, Trabajo, Juego, Ocio y Tiempo Libre y Participación Social. Es en estas áreas donde se refleja el impacto ocupacional de la enfermedad. El síntoma lo ubicamos en los componentes de desempeño, que son la causa de la disfunción. En esta relación se basa el diagnóstico ocupacional: Alteración en Área como consecuencia / debido a Alteración en Componente. Dedicaré una entrada a este asunto.